martes, 8 de diciembre de 2009

¿Qué educación secundaria para el siglo XXI?

Vivimos en la región que posee los indicadores más dramáticos con relación a equidad y en la cual la pobreza no deja de aumentar. América Latina se caracteriza por tener altos niveles de exclusión y fragmentación social y esa gran brecha se profundiza cada año. En términos educativos, el decil más pobre tiene un promedio ponderado de 3,l años de escolaridad, mientras que el más rico tiene
un promedio ponderado de ll,4 años de escolaridad. Esto tiene, sin lugar a dudas, una gran repercusión en la equidad social.
En la década de los noventa, la igualdad de oportunidades educativas ha tenido una mayor presencia en las políticas educativas, vinculando equidad con calidad y prestando mayor atención a la diversidad de necesidades educativas. La igualdad de oportunidades ya no se entiende solo en el ámbito del acceso a la educación sino, sobre todo, en la necesidad de brindar una educación de igual calidad a la población, especialmente para aquellos sectores que están en una
situación de mayor vulnerabilidad.
Los gobiernos y la sociedad civil han desarrollado una gran variedad de innovaciones y programas para mejorar la calidad de la educación en las zonas rurales y urbano marginales y la atención educativa de niños y niñas que viven en circunstancias difíciles. Pero ellos fueron insuficientes para abatir el rezago educativo y el abandono escolar y promover una educación de mayor calidad para
todos, sin excepción. Las dimensiones que influyen en la inequidad educativa muy pocas veces se
dan solas y, en la medida que se suman, se va ensanchando la brecha que aleja una educación de calidad. Entre ellas se puede mencionar las variables socioeconómicas, la dimensión geográfica, la dimensión demográfica, las características étnicas, la discriminación según género y cuestiones personales que no sólo se refieren a distintos tipos de discapacidades sino también a ritmos de
aprendizaje o contexto cultural.
Según datos de la CEPAL, en los países de América Latina es preciso cursar al menos 10 años de educación y, cada vez más, el ciclo medio completo, para tener oportunidad de alcanzar un nivel adecuado de bienestar; es decir, para tener un 90% de posibilidad de salir de la pobreza. Esto requiere que los países, además de mejorar la calidad de la educación básica, deben ampliar las oportunidades educativas de los jóvenes a través de la educación secundaria.
Pero como plantea el informe Delors, más allá de aumentar la cobertura, la educación secundaria debe propiciar la expresión de los talentos más variados. Los elementos del tronco común deben ser enriquecidos y actualizados, a fin de permitir a las personas moverse en un mundo globalizado e interconectado, a partir del reconocimiento de sus identidades; de un entendimiento intercultural y del uso de la ciencia al servicio de un desarrollo humano sostenible. La oferta educativa de secundaria en particular debe desempeñar un importante papel en la formación, en los alumnos, de las cualidades de carácter que más tarde necesitarán para anticiparse a los cambios y adaptarse a ellos. Es preciso que los adolescentes y jóvenes puedan adquirir en la institución educativa el instrumental que les permita, por un lado, dominar las tecnologías nuevas y, por otro, desarrollar la creatividad y la empatía necesarias para ser ciudadanos con capacidad de actuar y crear.
¿Qué formación requieren los adolescentes y jóvenes para poder integrarse, de manera feliz y eficaz, en los nuevos y no claramente definidos escenarios futuros? La búsqueda de respuestas a lo anterior nos lleva a considerar que la temática de la educación secundaria -entendiendo por ella nuevas propuestas que puedan superar las tradiciones ideológicas, pedagógicas y didácticas profundamente arraigadas en este tramo educativo- es de alta prioridad en la región.
Por este motivo nos ha parecido pertinente la publicación de este documento que presenta distintas posturas y experiencias al respecto, como forma de contribuir al debate -que debe ser intenso, permanente y crítico- que ayude visualizar nuevos caminos tendientes a asegurar a éstas y a las futuras generaciones mejores y mayores posibilidades.
Ana Luiza Machado
Directora Regional de Educación
UNESCO Santiago

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