Las dependencias de la Fech hoy estaban
abarrotadas de periodistas. Quizás no tantos como solía ser en 2011 –el
momento más álgido del movimiento estudiantil chileno de los últimos
años- pero sí todos expectantes al apoyo que la Federación encabezada
por la recién asumida estudiante de arquitectura, Valentina Saavedra
(24), otorgaría a la iniciativa de auto-marginación de la prueba Simce,
realizada hoy y mañana a los segundos medios, concretada por liceos como
el Confederación Suiza en Santiago y varios otros en regiones, que se
suma a la veintena de colegios que la semana pasada no rindieron el
Simce de octavo básico, en el marco del paro de profesores.
Saavedra –quien se había desempeñado
como delegada de bienestar de la Federación- inició su período el 5 de
noviembre pasado, cuando se conoció que la lista A, “Somos Fuerza” –que
reúne a la Izquierda Autónoma (donde milita), el Frente de Estudiantes
Libertarios (Fel) y la Unión Nacional de Estudiantes (Une) – obtenía el
30,6% de los votos, de un total de 10.621 votos, según las cifras
oficiales de la Fech, significando la continuidad del liderazgo de
Melissa Sepúlveda, y encarnando una alianza política inédita hasta ahora
en el movimiento estudiantil.
-¿Cuáles son las razones por las que la Fech apoya el rechazo al Simce?
-Nosotros respaldamos
esta decisión, porque creemos que es un primer paso para establecer una
reflexión profunda sobre nuestra sistema educativo, un sistema que
segrega, que tiene como pilar fundamental el mercado y que clasifica a
ciertos colegios, mientras el Estado no se hace cargo más que denunciar a
los colegios de bajos resultados.
-¿Se debe eliminar la prueba Simce?
- Se debe eliminar el
Simce, porque lo puramente cuantitativo promueve que los colegios
vuelquen sus proyectos educativos a responder una prueba más que a
fortalecer sus propios proyectos y potenciar sus comunidades.
-¿Qué elementos debería tener un nuevo sistema de medición?
-Debiésemos hacer un sistema de medición
que no estandarice los criterios, porque las comunidades tienen su
diversidad, y uno en que las falencias que se diagnostiquen sean
asumidas por el Estado, porque este debe ser responsable de fortalecer
la educación, especialmente la pública, y no sólo de denunciar los malos
resultados.
Ahí el Estado debe tomar en cuenta, por
ejemplo, las propuestas de movimientos como el estudiantil, en este caso
de “Alto al Simce”, porque hasta ahora no hay participación real en las
soluciones. Hoy los actores sociales no sólo diagnosticamos los
problemas, también ofrecemos soluciones.
REFORMA MUTANTE
-¿Cómo has asumido estas
primeras semanas en la presidencia de la Fech? Tu triunfo recibió
algunas críticas en cuanto a su legitimidad, dado que se realizó con un
quórum poco más que mínimo…
-Personalmente, lo tomo como un gran
desafío, por la responsabilidad de avanzar en las demandas del
movimiento estudiantil, no sólo en su reivindicación sino en su
integración a las soluciones. Creo, por sobretodo, que esto demuestra
que la acción colectiva es fundamental para hacer transformaciones, en
todo orden de cosas.
Hubo acusaciones sobre la legitimidad,
pero eso tiene que ver con ribetes políticos más que con
cuestionamientos reales a nuestra representatividad, porque nuestros
compañeros en la Universidad no se cuestionan esta legitimidad, todo lo
contrario: todas las fuerzas políticas y organizaciones estamos
trabajando en fortalecer la Fech. Año a año hacemos recambio de
dirigencia de forma democrática, todos valemos lo mismo, y eso ha hecho
de la Fech una organización muy fuerte. Además, todos los años hay este
tipo de críticas, por lo que no nos afecta.
-¿Cómo se abordarán los
diferentes diálogos ente las distintas fuerzas políticas, tanto al
interior de la Fech, donde el predominio de la izquierda se arrastra
hace varios años, y al interior de la Confech? Hace poco en la
Universidad Católica se eligió una federación UDI.
-Al interior de la (Universidad de)
Chile hay una sensibilidad de izquierda. Este año, De seis listas, cinco
eran de izquierda, con diversidad de propuesta y estrategias, pero con
objetivos comunes: conquistar nuestro derecho a la educación.
En cuanto al Confech, en general se
mantiene la tendencia de una mayoría de federaciones de izquierda. El
fenómeno de la (Universidad) Católica responde a características bien
precisas de esa Universidad, y no del estudiantado nacional. El
escenario en la Confech será distinto, pero velaremos porque siga siendo
un espacio democrático; respetaremos toda la participación, aunque
tengamos diferencias irreconciliables, las que deben enfrentarse en el
debate. Si la Católica seguirá siendo vocería de Confech, por ejemplo,
es necesario que respeten los acuerdos que se tomen adentro.
-Un tema más coloquial, pero no
menos interesante: ¿Qué lectura haces del whatsapp del candidato a
Presidente de la Universidad del Desarrollo (UDD)?
-(Risas) Se pueden hacer varias
lecturas, pero la más potente es cómo las universidades también
segregan. No hay diferencia entre estatales y privadas. Hay
universidades privadas de elite y otras para la clase media, que son la
mayoría, que son las acusadas de lucrar, y suelen estar más preocupadas
de aumentar matriculas que de aumentar los libros de la biblioteca. En
esas universidades se refleja más el negocio educativo. Vemos que
existen universidades donde la diferencia de aranceles, la locación, el
ambiente, produce segregación y elitización. El compañero de la UDD
decía “acá somos todos ABC1”. Eso uno lo ve en muchas universidades,
ghettos, elites, y uno se pregunta qué tipo de educación se entrega ahí,
porque la burbuja que se produce ahí en ningún caso representa la
composición social del país, entonces cuando esos estudiantes salgan al
campo laboral se van a encontrar con una selva llena de gente a la que
nunca esperaron conocer. Esas universidades elitistas no apuntan al
desarrollo democrático, porque excluyen.
Yo entiendo que se pueden plantear distintos proyectos educativos, pero la UDD no plantea ningún proyecto en particular.
-Señalabas que el movimiento
social hoy no sólo tiene críticas, sino también propuestas. ¿Qué te
parece la manera en que el Gobierno ha iniciado la reforma educacional
(fin al copago, a la selección, al lucro)?
-Hay dos aristas. Por un lado, los
sectores más conservadores cuando hacen críticas lo hacen como reacción a
cualquier tipo de cambio que pueda afectar su negocio, o a quienes
representan, por lo general el empresariado, o quienes hacen de la
educación un negocio más.
Por otro lado, la postura del movimiento
estudiantil es que los actores sociales, desde rectores, profesores,
padres, a estudiantes, seamos parte de la construcción de la reforma. Y
es importante que el Gobierno se abra a tener un acuerdo amplio con la
sociedad, que es la que puso el tema sobre la mesa hace varios años.
Pero vemos cosas incompatibles: el Gobierno promete educación pública,
gratuita y de calidad y con los primeros que se pone de acuerdo es con
los que están en contra de todo eso. Por eso vemos una estrategia
errónea del Gobierno, en cuanto a su prioridad de lograr acuerdos. El
movimiento estudiantil ha propuesto, ha participado en todo tipo de
debates e instancias, pero el Gobierno debe mostrar voluntad, debe
escuchar a la mayoría e incorporar a los actores sociales para definir
los principios de un nuevo sistema.
-¿Y recién después de eso gestionar los proyectos de ley?
- Claro, porque hoy la reforma parece un
Frankenstein de cambios, más que un solo cuerpo, pues en cada reforma,
dependiendo de quién gana el gallito, vemos en qué dirección va. Hay una
pirotecnia de proyectos de ley que no transforman realmente nada. El
primer proyecto dice fin al lucro, fin al copago, fin a la selección,
pero termina con la selección sólo en algunos colegios, termina con el
lucro, pero propone los arriendos, por lo que no termina con todas las
vías con las que hasta hoy se ha lucrado. Elimina el copago, pero no
fortalece la educación pública, entonces no creemos que sea un tema de
orden, sino de cómo la eliminación de los vicios de un sistema de
mercado fortalece la educación pública.
- ¿Esta escasa participación del
movimiento estudiantil y social como base para cualquier reforma
amenaza la legitimidad y el real impacto de esta? Años atrás se derogó
la LOCE y los estudiantes no se vieron representados en ese cambio…
-Nosotros demandamos una transformación
estructural y hasta ahora no se ve. La incorporación de los actores
sociales es la única manera que sea transformadora. El movimiento
estudiantil está atento a las discusiones y tendrá que movilizarse si
nos quieren “meter un gol”, porque no estamos por perfeccionar un
modelo, sino por su transformación.
-¿Ha estado débil la reacción del movimiento estudiantil para incidir en el debate por la reforma?
-Eso tiene que ver con el momento. Ahora
ha faltado, principalmente, voluntad del Gobierno para escuchar a los
actores sociales. Se ha excluido a los estudiantes, a los profesores,
que ahora están en paro, no se ha escuchado a los rectores ni a los
padres. Es algo más amplio que no sólo incluye a los estudiantes. Nos
han planteado el Plan de Participación Ciudadana, que
es solo una imagen, pero que no significa real incidencia. Nosotros
queremos participar de la reforma, pero también incidir resolutivamente.
-La figura del Ministro de
Educación, Nicolás Eyzaguirre, comienza a ser criticada, e incluso tu
camarada, el diputado Gabriel Boric, ha pedido su renuncia. ¿Cómo
evalúas su rol en la dirección del proceso de reforma?
-Hay una serie de sucesos que demuestran
la incapacidad del Ministro para dirigir la reforma. En el primer
semestre pretendió dejar contento a todos, pero no dejó contento a
nadie. Pretendió dejar contentos, incluso, a actores que proponen cosas
diametralmente opuestas, por tanto no ha decidido con quienes establecer
alianzas prioritariamente. A final de año vemos que se pone de acuerdo
con la derecha, con la Iglesia, con los sectores conservadores que
siguen defendiendo sus nichos. El Ministro se ha negado a escuchar y así
no es posible una reforma. Gabriel Boric ha dado en el clavo al
criticar la figura del Ministro, es una crítica legítima desde todo el
movimiento social.
-Pero Eyzaguirre encarna la posición del Gobierno…
-La presidenta Bachelet está más
dispuesta a juntarse con el empresariado que con los actores sociales.
Los que marcan su agenda son los empresarios. Pero es el Ministro
(Eyzaguirre) el que lleva adelante la reforma. Y sus decisiones no dan
el ancho respecto a las transformaciones que requerimos.
CONFEPA, ARCIS, VOTO OBLIGATORIO
-A propósito de fuerzas reactivas, ¿qué te provocó la marcha de la Confepa acontecida hace algunas semanas?
-Plantear un proyecto de ley donde se va
a regular el sistema privado escolar, sin que esto vaya acompañado de
un fortalecimiento de la educación pública, da espacio para que los
sostenedores que están más dispuestos a lucrar que a desarrollar un
proyecto educativo, amenacen a sus comunidades de que se van a cerrar
colegios, que se van a privatizar, que la solución no es ser públicos.
Esto produce un miedo legítimo de las familias. Muchas de las familias
que hoy están con temor a que sus colegios cierren no se oponen a la
educación como un derecho. Se producen cosas ilógicas, como que las
familias defienden a sostenedores que lucran. En eso tiene
responsabilidad el Gobierno, al plantear que la única solución en
materia escolar es regular el sistema privado y no fortalecer la
educación pública.
- Hace una semana tú y el
diputado Boric estuvieron apoyando a la Asamblea Triestamental de la
Universidad Arcis. ¿Es la crisis en esta casa de estudios un síntoma de
la crisis de la educación de mercado, donde cada quien saca su tajada?
-Primero, vemos que en el tema Arcis hay
un gallito entre la derecha y la Nueva Mayoría , algo que nada tiene
que ver con el tema de fondo ni con las demandas de trabajadores,
profesores y estudiantes que tratan de aportar con soluciones a la
crisis de su Universidad. La Arcis es la materialización de la crisis de
nuestro sistema educativo. Porque nos dicen “da lo mismo si una
universidad lucra, si se comporta más como negocio, si es que igual
responde a los criterios de la educación”. Pero hay situaciones en que
los intereses del mercado con los educativos se contraponen, y ahí
siempre ganan los intereses del mercado. Cuando eso ocurre pierden los
estudiantes, los trabajadores y académicos. Ahí está, también, la
ausencia del Estado, que no se ha hecho cargo de la Universidad, y no da
respuesta a todas estas personas que están a la deriva. El Estado sólo
dice que la investigación debe terminar, mientras hay gente sin sueldo
hace ¡seis meses! ¡Aquí hay familias detrás! Y el Estado no hace nada.
-Por último, ha reflotado hace
poco la idea de algunos líderes políticos de volver al voto obligatorio.
¿Qué opinión te merece dicha idea?
- Las soluciones formales no resuelven
el problema. El sistema político, las coaliciones gobernantes, que
básicamente representan lo mismo, porque están cruzadas por los mismos
intereses económicos, y que gobiernan para las elites, para el
empresariado, no representa a la sociedad. En vez de pensar “cómo hacer
que voten más”, debiesen preguntarse “por qué tanta gente no quiero
votar”. Y eso tiene que ver con una falta de representatividad de
diversos sectores, porque no pueden ser parte de la política
institucional.
-Andrés Velasco dijo que “quien no vota, no puede reclamar”…
-(risas).Yo creo que todo lo
contrario. La democracia implica que todos podemos manifestarnos,
plantear nuestras propuestas y debemos ser escuchados, porque la
democracia no es un voto cada cuatro años y luego para la casa. Ampliar
la democracia es escucharlos a todos, voten o no voten. Yo tampoco voté,
pero no por eso no estoy interesada en el sistema político. Todo lo
contrario.
Por Cristóbal Cornejo
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