Es el genio del alquimista, que nos hace pasar el plomo por el oro, gato por liebre; el genio de quien nos vende un crédito universitario escondiendo detrás de una relampagueante sonrisa, una cruda letra chica.
Es una muestra más del abismo preocupante que se abre en el contrato social que supuestamente sostiene nuestro país.
Llámenle como le llamen, la cuestión sigue y seguirá siendo la misma: el mercado, principal productor de desigualdad para el mundo social, seguirá siendo, para la elite política chilena, el “motor del crecimiento”.
Y el Estado, para esa misma elite, será el encargado de corregir e igualar lo que el mercado ya ha estropeado mediante su pretendido crecimiento económico.
Gobierno que sea, hoy de esta derecha o ayer de esta centro-izquierda, ha hecho siempre la misma corrección: en la medida de lo posible como principio (porque hay que ser responsables) y con subsidios, bonos, becas o créditos como instrumentos. ¿El resto? El resto es mérito individual, emprendimiento individual, esfuerzo individual, trabajo individual.
No es un problema solamente de Piñera, en todo caso. Pero es en Piñera donde contemplamos ese non-plus-ultra, ese polo extremo, que finalmente nos hace despertar, con grandes campanadas, del embrujo en el que nos mantuvo la Concertación.
¿Cuál es el problema? El problema es que cuando hablamos de mercado, en este país, no estamos hablando solamente de bienes materiales. Ese es el problema.
Cuando hablamos de mercado, también estamos hablando, en nuestro país, de un fenómeno totalmente extraordinario, realizado por la elite política, ayer por las armas y hoy por la coerción del Estado o por la coerción de mayorías obtenidas mediante un sistema binominal espurio.
Las elites han metamorfoseado groseramente derechos fundamentales en bienes materiales. Lo vienen haciendo desde la dictadura, lo hicieron en la Concertación, y hoy lo siguen haciendo en el gobierno del Presidente Sebastián Piñera.
¿Educación gratuita para todos? La respuesta varía si lo hacemos desde el modelo del mercado o desde el modelo republicano.
Claro, si la educación ha sido metamorfoseada en un bien material, de consumo y de inversión; si la educación ha dejado de ser un derecho constitucional fundamental para pasar a ser un bien más transable en y por el mercado, por supuesto, es completamente injusto que los ricos no paguen por ella.
Cuando la educación es “en y para” un mercado, es razonable y justo que los ricos paguen y los pobres sean subsidiados.
Pero cuando la educación no ha sido travestida de mercado, corrompida por la mano invisible de las grandes fortunas de este país, cuando la educación no es ni un bien de consumo ni un bien de inversión, cuando es lo que debiera ser, un derecho para todos garantizado, es completamente injusto que los ricos y que los pobres paguen. Lo justo es educación gratuita para todos.
Pero no, en la sociedad docente de Piñera todos pagan por su educación o todos pagarán de alguna manera. Nada es gratis. Todo vale.
En todo caso, es la misma sociedad docente de la Concertación.
Y a todo evento, es la misma sociedad docente que vendrá con Bachelet.
¿Cómo es posible que hubiésemos llegado a este callejón sin salida en el que la sociedad civil organizada exige el derecho por una educación pública de calidad, gratuita, laica y para todos, pero que al mismo tiempo, la elite política dice NO, sólo por el hecho de ser gobierno o mayoría parlamentaria?
Una vez descubierto el ardid de la Concertación, hemos descubierto por fin nuestro derecho fundamental, obstaculizado por décadas, y hoy más que nunca, disfrazado por un gobierno de derecha en una Sociedad Docente, pretendidamente superior a un Estado Docente.
Una Sociedad docente es una sociedad de oportunidades para competir en el mercado. Si usted tiene menos oportunidades para este mercado, descuide, nosotros, el Estado, se las daremos o tenderemos a garantizárselas. El resto, es su mérito, su trabajo, su esfuerzo. ¿Qué puede ser más desigual en principio que esa sociedad? No se preocupe, vamos a tratar de garantizarle igualdad de competición desde la cuna. Queremos que la cancha esté pareja desde que sus hijos nacen.
¿Quién puede creer ya eso? Bueno… Golborne y Bachelet, seguro. ¿Piñera? Por supuesto. ¿Lagos? Obviamente: Lagos contigo.
En un panegírico escrito a Ricardo Lagos llamado “Ampliando Horizontes”, Ernesto Ottone y Carlos Vergara, sin pudor lo dicen de frentón: “los gobiernos de la Concertación por la Democracia, y particularmente el gobierno de Lagos han demostrado [que] se puede crecer y distribuir al mismo tiempo. Se crece de la mano del mercado, se distribuye de la mano del Estado”.
El domingo no más, en Tolerancia Cero, Francisco Vidal, el vocero del Bacheletismo que viene, dijo sin tapujos que “si Boric cree que va a reformar la educación marchando una vez al mes ¡Hyde Park! La única forma que las demandas de los 100 mil cauros en la calle se materialicen, porque uno está liderando para hacer cosas, es transformar esa fuerza social en fuerza política. En el Chile republicano esa fuerza social transformada en fuerza política requiere una mayoría, y ganar el gobierno[…] para tener una educación gratuita hay que ganar el gobierno, si no, es poesía”.
¿Qué aprendió la Concertación, según Vidal? Lo dijo de una manera tan simple, que resume de una buena vez, lo que se viene con Bachelet: “Garantizamos un patrón de crecimiento que dio resultado, pero desarrollamos con menos intensidad el patrón de distribución”. ¡Qué decirlo en educación! ¡Qué manera de garantizar el negocio!
¿Aprendieron que la educación no se vende?
En absoluto, más bien crearon esta Sociedad Docente de Piñera y hoy nos quieren hacer creer que es la única manera de disminuir las brechas. Todos. Con una educación mercantilizada.
Las mujeres no mienten le hizo decir un duende a Piñera en el discurso del 21 de Mayo. Le faltó sólo decir, vote Bachelet.
Ahora bien, si no le gusta, quédese con el consejo del vocero Vidal: “Los cauros no quieren mejorar el sistema, quieren cambiar el sistema, y para cambiar el sistema, esa fuerza social, tiene que ser fuerza política, con mayoría parlamentaria ¡y con un hombre o una mujer de esas ideas en La Moneda!” ¡Paf! Termina Vidal, golpeando la mesa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario