sábado, 18 de febrero de 2012

Cómo educar en el Siglo XXI


Si pensamos que la educación es la institución humana que favorece la transmisión del patrimonio físico, psíquico y espiritual, de saberes y de conocimientos, desde las generaciones precedentes a las recién llegadas, hemos de construir un modelo educativo que acompañe a los alumnos y las alumnas en el despertar de sus propias potencialidades físicas, psíquicas y espirituales, para que sigan renovando y enriqueciendo ese patrimonio, alcanzando con ello el bienestar físico y psíquico y la plenitud espiritual. Alicia Montesdeoca


“Si todo ser humano tiene el derecho a sentirse acompañado y apoyado en el descubrimiento de su originalidad más profunda y a descubrir cómo él puede contribuir al desarrollo de la consciencia de la especie humana; si todo ser humano tiene la necesidad de ser escuchado, respetado, aceptado y amado y a conocer que el otro tiene esas mismas necesidades; si todo ser humano ha de aprender a saber estar a solas consigo mismo y a saber estar con los otros; si todo ser humano ha de proponerse el desarrollo de su propósito de vida, de su fuerza interna y de su coherencia y a propiciar que el otro despierte a esas mismas realidades en sí mismo” … (1)

Si pensamos que la educación es la institución humana que favorece la transmisión del patrimonio físico, psíquico y espiritual, de saberes y de conocimientos, desde las generaciones precedentes a las recién llegadas, hemos de construir un modelo educativo que acompañe a los alumnos y las alumnas en el despertar de sus propias potencialidades físicas, psíquicas y espirituales, para que sigan renovando y enriqueciendo ese patrimonio, alcanzando con ello el bienestar físico y psíquico y la plenitud espiritual.

Un modelo que propicie que el objetivo de la educación sea el de mantener siempre abierta las puertas por donde el ser humano se conecta con la Consciencia

Para hacer posible esto, los educadores han de tener claro cuál es el objeto fundamental de su labor y cuáles son los ingredientes esenciales que se han de combinar para propiciar que la educación logre el cometido asignado.

Desde nuestro punto de vista, siete son las cualidades fundamentales que hemos de incorporar a los proyectos educativos, complementándose las unas con las otras en su interacción. Dichas cualidades son: el amor, la libertad, la belleza, la voluntad, la autonomía, la cooperación y el conocimiento.

La escuela como integrante del entorno que arropa a la educación, también ella ha de ser amorosa, libre, con potestad, independiente, solidaria y facilitadora de conocimientos nuevos.


(1) Párrafo tomado de las conclusiones del I Ciclo de Conferencias sobre Complejidad y Modelo Pedagógico. (Madrid 2008-2009)

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