La vida del estudiante en tiempos de Manuel Rodríguez era mucho más rigurosa que hoy; las faltas se penaban con azotes y con el cepo. Tal vez las notas de los estudiantes eran mejores.
Los jesuitas fueron expulsados en 1767, luego de lo cual durante 11 años no hubo en Chile un plantel de educación primaria, debiendo los niños ser enviados a Lima o Córdoba para instruirse. Considerando la grave falta de comunicaciones, la poca disposición de los gobernantes europeos a favorecer adelantos en sus colonias, y las odiosas restricciones que padecía la circulación de libros en ellas, se puede tener una idea del grave atraso intelectual de la colonia a fines del siglo XVIII.
En 1772 se aprobaron los estatutos de un nuevo colegio, que se llamaríaConvictorio de San Carlos o Carolino, 'en eterna memoria del augusto soberano don Carlos III'. Recién seis años después se inauguró oficialmente el colegio, con la mayor solemnidad y con la asistencia de todas las autoridades coloniales. En este colegio hizo sus primeros estudios Manuel Rodríguez. Empezó a los 11 años, en 1796. El colegio Carolino funcionaba en el sitio donde hoy se encuentra el edificio del antiguo Congreso Nacional.
En él se enseñaba Latín, lengua fundamental y obligatoria; Filosofía, que comprendía Lógica, Metafísica, Estética y Física; la Teología, según las diferentes e incluso opuestas doctrinas de Scoutt y Santo Tomás de Aquino; y Cánones y Leyes en un nivel básico. Los profesores eran llamados pasantes, y ocupaban estos puestos casi siempre alumnos distinguidos de la universidad. El colegio costaba 80 pesos anuales, y para poder ser alumno se exigía ser hijo legítimo y 'pureza de conducta' en los antepasados.
El año escolar estaba dividido en dos períodos, el primero empezaba el lunes de Cuasimodo y concluía dos meses después para dar paso a las vacaciones de invierno. Estas acababan el 1 de septiembre con el inicio del segundo período que duraba hasta la víspera de navidad. El día de los estudiantes estaba completamente copado de actividades: en verano, los estudiantes se levantaban a las 5 de la mañana, a las 5:15 tenían oración, de 5:30 a 6:00 misa, luego estudiaban hasta las 10:30, en seguida tenían conferencias hasta las 11: 30, comían y luego descansaban de 11:30 a 13:00. Después estudiaban hasta las 17:45, rezaban el rosario hasta las 18:00. Tenían luego conferencias hasta las 19:15, luego cena, examen de conciencia, y dormían a las 21:00.
En invierno se atrasaba la hora de levantarse hasta las seis y el resto era más o menos lo mismo. Estaba estrictamente prohibido fumar y salir a la calle sin permiso. Tenían funciones todas las semanas, miércoles y sábado, en que se repasaba lo estudiado, con asistencia del Rector y pasantes. Las faltas se penaban con azotes y con cepo. Todas las noches debían realizar un prolijo examen de conciencia, los sábados cantaban letanía, y había comunión general dos veces al mes, siendo causa de expulsión el omitirlo. De vestuario los estudiantes usaban la opa, una especie de sotana sin mangas, sobre la cual venía la beca, una tira de color rojo, como de cinco pulgadas de ancho, cuya mitad venía a dar al pecho, y descansando sobre los hombros, colgaba hasta los talones.
Tres años estuvo Manuel Rodriguez este colegio, hasta que en 1799 figura en la Universidad de San Felipe, matriculándose como alumno de Filosofía. Esta Universidad se encontraba donde hoy está el teatro Municipal, y tenía 9 cátedras: Filosofía, Teología, Cánones y Leyes, Maestro de las Sentencias, Decreto e Instituta (estás tres se referían a temas legales), Medicina, Matemáticas y Artes. Como estudiante de Filosofía le correspondió a Manuel Rodriguez estudiar la Lógica o el arte del raciocinio y las controversias,(y recordemos que luego sería famoso por sus arengas). También la Metafísica, que era el estudio de los seres por sí mismos considerados; la Ética o moral, y la Física, que en ese entonces era parte de la filosofía.
Es interesante saber que Rodriguez fue compañero en el Colegio Carolino del que más tarde sería el general José Miguel Carrera, que también lo acompañaría en sus estudios de Filosofía. El destino unió sus infancias, así como luego los uniría en la lucha por la independencia y en la muerte trágica.
Encontramos a Manuel Rodriguez en 1802 estudiando leyes, nuevamente en compañía de un futuro patriota ilustre, el héroe de Maipú, Santiago Bueras. Estos estudios comenzaban por la Prima de Leyes, principios generales del Derecho Romano, complementados por las Instituta, colección que hizo el emperador Justiniano de leyes romanas. Se enseñaba también derecho español, aunque con mucha dificultad se distinguían las leyes vigentes de las ya derogadas. En los exámenes de todas estas materias, Manuel Rodriguez salió aprobado 'némine discrepante' como se decías entonces, o sea, 'sin objeciones'. Se perfilaba, aunque su falta de recursos económicos le dificultó muchísimo su carrera, como un excelente abogado, cuando el tumulto de la historia solicitó el sacrificio de sus estudios, y finalmente el de su vida.
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